Testimonis d’escolapis dels bombardejos sobre Catalunya (1938)

Es compleixen els 75 anys dels bombardejos que patí Catalunya durant l’últim any de la guerra civil. En els mitjans de comunicació se’n fa memòria. Un dels més mortífers va ser el del 30 de gener de 1938. Des del nostre Arxiu Provincial de l’Escola Pia de Catalunya volem aportar el poc que sobre aquest fet conservem. Es tracta de records de persones que estaven al lloc del bombardeig i escriviren després la terrible sensació que visqueren. Cap dels escolapis catalans morí ni va ser ferit a conseqüència dels bombardejos.

L’únic dany directe que ens consta és el de l’edifici del col•legi Calassanci de Barcelona al carrer Ample, el qual va ser víctima de les bombes que caigueren prop de la catedral, provinents dels vaixells. Cap va caure sobre l’edifici però les que passaven per sobre malmeteren tot el bigam de la teulada. En recuperar-se l’edifici el 1939, va caldre desmuntar la teulada que es convertí en un terrat.

Joaquim Tomàs i Pérez (1874-1962)
Fixem-nos en les persones. En un recent article «Els escolapis en temps de persecució. 1936-1939», en Catalaunia. Escola Pia de Catalunya (Barcelona juliol-agost 2008, n. 451, p. 7-24; en concret sobre els bombardejos p.12-13) hi reproduírem dos textos referents a un dels bombardejos a Barcelona de l’escolapi Joaquim Tomàs que ara repetim: «Cuantos sustos, cuantos bombardeos, cuantas veces teníamos que tirarnos a tierra: fue un verdadero milagro el poderlo contar; un día cayó en la esquina de la Plaza Real y en la calle Nueva y del estruendo principió a caer cristales, metralla y trozos de claraboya que parecía que se había de hundir toda Barcelona. Después cuando cayó en la tienda del Gato Negro que hacía unos tres minutos que nos habíamos refugiado en las escaleras, quedó cubierta de metralla y cristales toda la entrada. Esto sucedió sin contar los bombardeos de todo el año y 8 días seguidos que se efectuaban 7 u 8 veces cada día.»

Pau Mateu i Salas (1881-1954)
Un altre escolapi, Pau Mateu, es refugià a Tarragona, ciutat a la que hi tenia familiars i creia més segura que Barcelona per passar desapercebut; en aquesta ciutat hi visqué els bombardejos tal com explica en aquest text: «En la casa de la calle Martí d’Ardenya, antes y ahora Sta. Ana, junto a la parroquia de la Trinidad experimenté los efectos de los bombardeos por dos veces. La primera vez determinó que mis primas y sobrinas se fueran a vivir a un manso… así quedamos mi primo consorte y yo en Tarragona; mi primo es encargado de una sección de la fábrica de la Chartreuse, tiene y cuida además un huerto, por lo tanto yo quedaba en casa para preparar la comida, que el primo señalaba. El día 7 de noviembre del 38 fue precedido de 3 días de bombardeos continuos y el del día 7 fue el más horroroso que he visto. Como yo tenía la reserva del Santísimo en casa para ganar el jubileo de los difuntos no iba al refugio, tomaba el Santísimo, me lo metía en el pecho y me ponía en el lugar de la casa que creía más seguro. Pero el día 7 como he dicho, fue tan horroroso que se agrietó todo el piso, una ventana con el vestimento fue lanzada en medio de la sala que me determiné a abandonar la casa, a la cual, por otra parte no hubieran querido concurrir pocos alumnos y llevé inmediatamente el Sacramento a casa del Vicario Gral. Dr. Rial y aquella misma tarde partí con mi maleta para el manso…»

Ara reproduïm la narració que ens deixà l’escolapi Josep Gironès i Clapers. Pertanyia a la comunitat del col•legi Calassanci del carrer Ample de Barcelona i es veié forçat a abandonar casa seva el juliol de 1936. Trobà antics alumnes que l’acolliren, però els registres l’obligaren a anar de casa en casa. Unes cosines seves l’hi trobaren una pensió que consideraren segura al carrer del Duc de la Victòria, n. 11, 3r pis. Des d’aquest lloc visqué el bombardeig segons ens explica en el text següent.

Josep Gironès i Clapers (1882-1963)
«El día 30 del mismo mes [gener 1938], domingo, a las 9 de la mañana, cuando terminada mi celebración [de la missa], empezaba el P. Coch la suya, se oyen las sirenas que anunciaban el bombardeo. Como si los dos presintiéramos la desgracia hicimos idéntica oración “Señor, líbranos de mal celebrando la Misa” y en aquel momento cae una bomba en la entrada de la casa y ésta se desploma en sus tres pisos de la parte delantera. “Nos hemos salvado” exclamamos a coro una vez pudimos darnos cuenta de la catástrofe. El estruendo fue imponente, permanecimos unos momentos no sabiendo si el techo se derrumbaría o el pavimento dejaría de sostenernos, quedamos cubiertos de yeso, de cristales, y de espanto; la primera salita que no cayó fue aquella en que estábamos reunidos, sólo sufrió los desperfectos de la espantosa sacudida. Pasados los momentos de estupor, hice un paquete de mis cosas y despidiéndome de aquellas virtuosas señoras que quedaban sin casa, y sin muebles y sin las demás cosas apreciables en una familia, con la ayuda de los bomberos, salté como los demás, o mejor, fui trasladado en brazos de un hombre valiente, del balcón de nuestra casa al de la casa vecina, acompañando al P. Coch que me precedió en el salto y dejándole en buenas manos, me dirigí a casa del Sr. Cantó, Ausias March 19, 1º y allí permanecí hasta encontrar nuevo domicilio».

Aquesta narració coincideix plenament amb el que ens diuen les històries del bombardejos a Barcelona: A les 9 del matí dels 30 de gener de 1938 —diuen les històries— els trimotors de l’aviació italiana descarregaren les mortíferes bombes sobre el barri antic: catedral, plaça Nova, carres de la Palla i del Call, plaça de Sant Felip Neri. Va ser el bombardeig més mortífer perquè afectà una zona intensament poblada, amb carrers estrets cosa que dificultà l’atenció a les víctimes.

Aportem, doncs, un testimoni més d’aquella injustificada matança de persones innocents. La documentació que hem citat, la conservem a APEPC: 06-22 / caixa 3 i en 07-13 / caixa 7, n.3.
Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported.



Comentaris